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Dedicado a quienes ya no están con nosotros, pero son brisa, son recuerdos, son parte de los corazones que tocaron.
Si nos ponemos a pensar la memoria es como un tapiz y los recuerdos son hilos preciosos que tejemos con amor y a veces con nostalgia.
A medida que avanzamos por la vida, llevamos en el corazón a aquellos que han partido, sosteniendo su esencia en los retazos de momentos compartidos.
Están en las risas de las anécdotas, en esas lágrimas amargas de cuando pensamos: cómo carajo es posible que ya no estés acá?
El amor se vuelve huellas que perduran en cada recuerdo, haciendonos caer en cuenta que la conexión emocional trasciende las barreras del tiempo y el espacio. Suena muy metafórico, pero es muy real.
Dicen que nada se pierde, todo se transforma, y puede ser que sea verdad... porque el dolor necesita mitigarse quizas como mecanismo de supervivencia, pero nunca se va, solo se transforma en algo más llevadero... le agradezco a la memoria y al amor por ese inmenso trabajo.
Podría decir entonces, con total seguridad, que la muerte no es más que física, porque cuando estamos en silencio, aún sentimos el pulsar del amor, que trasciende más allá de lo real e intangible.
Si nos ponemos a pensar la memoria es como un tapiz y los recuerdos son hilos preciosos que tejemos con amor y a veces con nostalgia.
A medida que avanzamos por la vida, llevamos en el corazón a aquellos que han partido, sosteniendo su esencia en los retazos de momentos compartidos.
Están en las risas de las anécdotas, en esas lágrimas amargas de cuando pensamos: cómo carajo es posible que ya no estés acá?
El amor se vuelve huellas que perduran en cada recuerdo, haciendonos caer en cuenta que la conexión emocional trasciende las barreras del tiempo y el espacio. Suena muy metafórico, pero es muy real.
Dicen que nada se pierde, todo se transforma, y puede ser que sea verdad... porque el dolor necesita mitigarse quizas como mecanismo de supervivencia, pero nunca se va, solo se transforma en algo más llevadero... le agradezco a la memoria y al amor por ese inmenso trabajo.
Podría decir entonces, con total seguridad, que la muerte no es más que física, porque cuando estamos en silencio, aún sentimos el pulsar del amor, que trasciende más allá de lo real e intangible.
